jueves, 31 de mayo de 2012

Comer como antes

Me ha llamado la atención la tendencia, como modo de alimentarse, imitando al hombre primitivo (no me gusta el término paleo-dieta) y sería algo así:

Los cambios y hábitos introducidos en nuestra alimentación durante los últimos 10.000 años son insignificantes respecto a la base genética establecida durante los 2,5 millones de años anteriores.
Hoy día, las comunidades que todavía viven en el planeta tal y como vivían los hombres del Paleolítico presentan mejor salud y bienestar que el hombre moderno, y no han desarrollado enfermedades modernas.
El hombre no puede abusar de cereales, legumbres o lácteos de origen animal porque no forman parte de su cadena alimenticia elemental. El hombre puede y debe comer carne y pescado y, sobre todo, grasas de todo tipo -saturadas incluidas-, porque son los alimentos para los que la evolución le ha moldeado durante más de dos millones de años. 
La dieta del Paleolítico es el tipo de alimentación que mantuvieron durante millones de años los homínidos, nuestros antecesores, y durante más de 200.000 años el homo sapiens, el hombre actual hasta hace tan sólo entre 10.000 y 4.500 años (que es cuándo pasamos de cazador-recolector a la vida sedentaria).

-Defiende que debemos comer tranquilos, relajados, masticando, ensalivando y en reposo.
-Sólo cuando tenemos hambre real, la cual percibimos concretamente desde nuestro estómago. Controlando el llamado hambre emocional y los dulces.
-Si es posible consumir los alimentos crudos, especialmente los vegetales, el grupo de alimentos que más deterioro sufren durante la cocina.
-En cuanto a la frecuencia de las comidas el hombre, como todo animal, está diseñado no sólo para sobrevivir en el ayuno, sino para vivir y convivir con él. En el Paleolítico era imposible plantearse el hecho de comer 4, 5, 6 ó 9 veces en un día.
-La mayor abundancia y variedad de alimentos y el clima de la primavera y el verano invitan a comer más, especialmente fruta, para engordar y así hacer frente al otoño y sobre todo al duro invierno, escaso en alimentos.
-El mejor momento del día para comer: las horas centrales del día, después de hacer ejercicio -lo equivalente a cazar o recolectar-, incluso ayunando durante toda la mañana.
-La procedencia de los alimentos, algo fundamental en cualquier tipo de alimentación. Los vegetales preferiblemente de temporada y autóctonos, libres de manipulación química, procesamiento industrial y modificación genética. Los animales que vivan en libertad, alimentados de forma natural respetando la cadena trófica y libres de fármacos y tratamientos hormonales.


¿Otra parida new-age? ¿Tiene lógica? ¿Da ardores? ¿Venden mamut en el Eroski?...

viernes, 25 de mayo de 2012

Teletienda

Promo del nuevo album de Scissor Sisters en plan teletienda de coña presentado por Josh Homme (Queens of the Stone Age, Eagles of Death Metal, Them Crooked Vultures..) al mas puro estilo friki-retro

martes, 15 de mayo de 2012

(y II)



Nothing to add

Un sindiós por Juanjo Millás

Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.

Juan José Millás García  publicado el 27 de Abril en El País

domingo, 13 de mayo de 2012

Lady Windermere estaba maravillosamente bella con su esbelto cuello marfileño, sus grandes ojos azules color miosotis y sus espesos bucles dorados. Cabellos de or pur no como esos de tono pajizo que usurpan hoy día la bella denominación del oro, sino cabellos de un oro como tejido con rayos de sol o bañados en un ámbar extraño; cabellos que encuadraban su rostro con un nimbo de san­ta y, al mismo tiempo, con la fascinación de una pecadora. Lady Windermere constituía realmente un curioso estu­dio psicológico. Desde muy joven descubrió en la vida la importante verdad de que nada se parece tanto a la inge­nuidad como el atrevimiento; y, por medio de una serie de aventuras despreocupadas, inocentes por completo en su mayoría, logró todos los privilegios de una personalidad. Había cambiado varias veces de marido. En el Debrett o Guía nobiliaria, aparecía con tres matrimonios en su ha­ber; pero nunca cambió de amante y el mundo había de­jado de chismorrear a cuenta suya desde hacía tiempo. En la actualidad contaba cuarenta años, no tenía hijos y po­seía esa pasión desordenada por el placer que constituye el secreto de la eterna juventud.
 (...)
 Los actores son, generalmente, gente dichosa. Pueden elegir, para representar, la tragedia o la comedia, el dolor o la diversión; pueden escoger entre hacer reír o hacer llorar. Pero en la vida real es muy distinto. Infinidad de hombres y mujeres se ven obligados a representar papeles para los cuales no estaban designados. Nuestros Guildenstren hacen de Hamlets y nuestros Hamlets intentan bromear como el príncipe Hal. El mundo es un escenario; pero la obra tiene un reparto deplorable.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Salvando con el tifus

A mediados de 1940 el médico polaco Eugeniusz Lazowski, con la ayuda de su amigo el Dr. Stanislaw Matulewicz, inventaron una gran epidemia de tifus a base de un innovador método que consistía en inocular unos reactivos a personas sanas para generar falsos positivos. Las fiebres tifoideas eran ‘la peste negra’ para los alemanes, que acotaban en cuarentena cualquier brote sospechoso de propagarse evitando así la deportación y reclutamiento para los campos de trabajo y exterminio de los judíos polacos. Llegó a salvar a unos 8.000 judíos de Polonia de una muerte segura en campos de concentración nazi durante el Holocausto, haciendo la realización de sus servicios en el más absoluto secreto, bajo la amenaza de la pena de muerte.
El tifus era la epidemia más temida por el ejército alemán. Su capacidad diezmante preocupaba sobremanera. El mayor error médico del ejército fue conseguir desterrar la enfermedad de toda Alemania, impidiendo la formación de anticuerpos en la tropa Nazi

En 1940 adjuntaron la muestra de sangre del primer paciente con el reactivo al laboratorio oficial nazi, cruzando los dedos de que no hubiera un nuevo y desconocido sistema de detección alemán. A los dos días recibieron el famoso telegrama rojo:
 
Achtung, Fleckfieber! (Peligro Tifus) […] confirmado positivo. Aíslen al paciente. Imposible pise suelo alemán”

A partir de ese momento los doctores diseñaron un complejo y estratégico plan para Pseudo-infectar a la mayor cantidad posible de polacos.
Parecía todo muy prometedor para el joven equipo médico hasta que los alemanes enviaron una dotación de inspección médica a la región para verificar el alto número de casos de la “enfermedad” y la escasez de defunciones. El equipo, compuesto de unos pocos médicos y demasiados soldados armados, se reunió con el Dr. Lazowski a las afueras de la ciudad, donde un premeditado ‘banquete’ esperaba a los Nazis. Entre viandas y bebida el Dr. Lazowski consiguió reducir el grupo de inspección a sólo 2 unidades, ambas perjudicadas por la bebida. Con ellos se dirigió al sanatorio donde les esperaban infinitas muestras. No hubo más problemas.
Toda la región se llenó de carteles marcando territorio contaminado. El infierno para unos, fue paraíso para otros que consiguieron eludir el reclutamiento gracias a la perspicacia y valor de un par de jóvenes médicos polacos.